¿Adictos al papel?
*Director de Ventas y Servicios Corporativos en Lexmark México
Hace más de 30 años que se acuñó el concepto de oficina sin papeles. Aún antes de eso, el imaginario colectivo presente en las series de los años 60 y 70 pintaba entornos de trabajo futuristas en películas y series de televisión, totalmente libres de papel, y definitivamente mucho más divertidos.
Pasaron las décadas y el futuro llegó: infinita información disponible electrónicamente, transacciones bancarias en la web, compras en línea, audio libros, podcast, redes sociales y libros digitales. En los últimos años han llegado al mercado y a los usuarios posibles sustitutos del papel como las tabletas y los lectores de libros digitales.
Pero el papel no se rinde: facturas de servicios, resúmenes de cuentas, notificaciones; cartas, postales, tarjetas de felicitación; comprobantes de pago, recibos, contratos, órdenes de compra, recetas médicas; libros, revistas y periódicos… Con un rápido inventario de nuestro escritorio o ciertos lugares en casa podemos comprobarlo.
Diversos analistas estiman que el papel seguirá teniendo presencia en nuestra vida por algunos años todavía: ciertas propiedades como portabilidad, disponibilidad, accesibilidad, duración y flexibilidad, hacen del papel un medio sumamente ubicable y conveniente.
Después de 20 años, Lexmark ha impulsado una cultura de ahorro de papel. Para los obsesionados con el costo por página, la respuesta de Lexmark es que el menor costo por página es CERO, que es el costo de la página que no se imprime.
Si migrar un proceso a una administración de documentos digital ahorra impresiones, permite un proceso más rápido y con menos errores, debería migrarse; esto siempre y cuando los costos de cambio de equipos e infraestructura no sobrepasan los beneficios.
En algunos casos, los costos de implementación han mostrado una tendencia a la baja, por lo que eventualmente nos encaminaremos a una sociedad sin papel. Así que aunque soñamos por décadas con una oficina y una vida sin papel, éste seguirá por algunos años más.
Por suerte no somos adictos al papel, sólo es conveniente: estamos acostumbrados a manipularlo, llevarlo de un lado a otro, escribir y dibujar sobre él entre muchos usos que todavía no tienen un reemplazo digital o es costoso.
El uso racional de recursos debería llevarnos a un empleo balanceado entre medios electrónicos y papel. El costo nos ancla a lo que es viable y racional hoy. Y el costo debe guiarnos en este balance.